* La vida no se aplaza, no se guarda para después. Se vive ahora. Y cada acción cuenta
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Luis Wertman Zaslav
Hay canciones que trascienden generaciones porque no hablan de moda, sino de esencia. Live is life es una de ellas. Nació de un concierto, de una multitud que no sólo escuchaba, sino que se conectaba con algo más profundo: el recordatorio de que estamos vivos y de que la vida cobra sentido cuando la compartimos. Ese coro poderoso, sencillo y auténtico es más que música; es un manifiesto.
Cuando escucho ese mensaje pienso en algo que he visto durante toda mi vida: las comunidades, los equipos, las familias y hasta las naciones se transforman cuando cada uno de nosotros decide dar lo mejor que tiene. La canción dice: “Cuando todos damos el poder, todos damos lo mejor…”. No se trata de perfección, sino de entrega. De estar presentes. De poner sobre la mesa la versión más genuina y constructiva de nosotros mismos.
Vivimos tiempos en los que la prisa, la desconfianza y la división amenazan con debilitarnos. Pero hay algo que ninguna crisis puede quitar: nuestra capacidad de elegir cómo nos vinculamos con el mundo. Live is Life nos recuerda que cada minuto importa y que la fuerza no está en un solo individuo, sino en el “nosotros”. En esa voz colectiva que se escucha cuando la empatía supera al ego, cuando la cooperación vence al miedo.
En mi experiencia, liderar no significa estar al frente; significa encender en otros la convicción de que juntos podemos más. Lo vi en la seguridad ciudadana, en empresas, en proyectos sociales: el cambio real comienza cuando cada persona siente que su esfuerzo es parte de algo más grande. Ése es el espíritu de esta canción. Ésa es la esencia de la vida misma.
La empatía no es una palabra bonita, es una decisión diaria. Es mirar al otro y reconocerlo como alguien con sueños, miedos y potencial, igual que nosotros. Es lo que convierte a una sociedad en comunidad, a un grupo en equipo, a una multitud en una sola voz cantando Live is Life. Y cuando eso sucede, no hay obstáculo que nos detenga.
Quiero dejarte una pregunta: ¿qué versión de ti estás regalando al mundo? No la perfecta, no la idealizada, sino la que de verdad suma. Porque cuando cada uno de nosotros da su “mejor”, ese pequeño acto se multiplica. Así es como nacen los cambios que permanecen. Así es como una canción simple se convierte en un himno eterno.
No esperemos a que otros comiencen. No dejemos que el ruido nos haga olvidar la melodía principal: estamos vivos y tenemos la capacidad de construir, de amar, de unir, de transformar. La vida no se aplaza, no se guarda para después. Se vive ahora y cada acción cuenta.
Que esta canción sea más que un recuerdo musical. Que sea una guía: dar poder es dar confianza, dar lo mejor es dar humanidad. Y cuando millones lo hacemos al mismo tiempo, la vida deja de ser rutina para convertirse en propósito compartido.
Necesitamos líderes que entiendan que su mayor fuerza está en inspirar a otros a ser mejores. Necesitamos empresas que vean más allá del beneficio inmediato y construyan bienestar colectivo. Necesitamos ciudadanos que elijan tender puentes en lugar de muros. Necesitamos recordar que Live is Life no es sólo un título, es una verdad: vivir es vida. Pero vivir de verdad significa involucrarse, aportar y dejar huella.
No esperes a tener todo resuelto para comenzar. La vida sucede mientras das ese primer paso. Mientras decides cantar tu parte de la canción. Mientras eliges ser parte del coro que une, que construye, que transforma. El mundo necesita tu voz, tu energía, tu compromiso. Y cuando lo des, verás cómo todo cambia.
El mensaje es simple y poderoso: vive con entrega, con empatía, con propósito. Haz que tu vida sea vida para otros. Porque cuando todos damos lo mejor, la melodía es perfecta. Y entonces entendemos que no hay himno más grande que el de una humanidad que decide unirse para hacer el bien, haciéndolo bien.